Hasta la fecha, más de 90 países han establecido objetivos de emisiones netas cero, comprometiéndose a ayudar a prevenir los impactos más dañinos del cambio climático, pero sigue habiendo dudas sobre la credibilidad de muchas de estas promesas y sobre si se cumplirán estos objetivos.
En conjunto, los países con objetivos cero netos, entre los que se encuentran China, Estados Unidos e India, son responsables de casi el 80% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Miles de regiones, ciudades y empresas también han establecido sus propios objetivos, pero los planes para alcanzarlos no siempre están claramente definidos, pueden carecer de apoyo político y requerir el uso de tecnologías novedosas o aún inexistentes.
Sin embargo, el informe Realizing Net-Zero Emissions: Good Practices in Countries del World Resources Institute (WRI), identifica los cinco países que se encuentran entre las naciones que ya están haciendo progresos tangibles. Cada ejemplo destaca acciones clave, buena gobernanza, implicar a las partes interesadas, promulgar políticas sectoriales y desplegar financiación e inversión.
Estos países son Chile, Costa Rica, Sudáfrica, Dinamarca y Francia. Veamos qué dice el WRI sobre cada uno de ellos:
Chile
Chile ha dado pasos significativos para facilitar la implementación de su objetivo de emisiones netas cero mediante el establecimiento de estructuras de gobernanza integrales y coordinadas. El objetivo se consagró legalmente en la Ley Marco de Cambio Climático de 2022, que establece nuevas estructuras de gobernanza a nivel nacional y local.
Además, la ley descentraliza la responsabilidad, asignando tareas relacionadas con el clima a múltiples ministerios, autoridades regionales y gobiernos municipales, de modo que no se cargue a un solo ministerio con la única responsabilidad de su aplicación.
La ley también introduce instituciones clave a nivel nacional, como el Consejo de Ministros para la Sostenibilidad y el Cambio Climático, encargado de evaluar las política; el Comité Científico Asesor, encargado de proporcionar asesoramiento experto independiente, y el Consejo Nacional para la Sostenibilidad y el Cambio Climático, encargado de implicar al público.
Estas estructuras de gobernanza apoyarán la aplicación de intervenciones a corto plazo. Por ejemplo, Chile ya ha elaborado presupuestos sectoriales de carbono, ha iniciado planes de salida del carbón y ha puesto en marcha iniciativas de gestión sostenible del suelo y de forestación.
Si la aplicación actual avanza según lo previsto, es posible que las emisiones de dióxido de carbono de Chile ya hayan alcanzado su punto máximo, sentando las bases para cumplir el objetivo de emisiones netas cero del país.
Costa Rica
El compromiso de Costa Rica de lograr emisiones netas cero a mediados de siglo se ha visto respaldado por el desarrollo de un Plan Nacional de Descarbonización integral que garantiza que el objetivo a largo plazo guíe la toma de decisiones y las acciones a corto plazo en la actualidad.
El plan, que se elaboró originalmente en 2019, detalla acciones sectoriales específicas a corto plazo y estrategias transversales para impulsar la reducción de emisiones. Por ejemplo, el plan de implementación establece el objetivo de poner en funcionamiento 1.000 autobuses eléctricos para 2035 con el fin de reducir las emisiones del sistema de transporte del país.
Un aspecto destacable del plan de Costa Rica es su resistencia a los cambios políticos. A pesar de un importante cambio de gobierno en mayo de 2022, el plan ha seguido siendo una prioridad, en gran parte debido a su éxito a la hora de atraer importantes inversiones de instituciones financieras mundiales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo.
En última instancia, el plan de implementación de cero emisiones netas de Costa Rica ha demostrado su eficacia atrayendo inversiones, sobreviviendo a las transiciones políticas y manteniéndose centrado en los hitos a corto plazo en todos los sectores clave, allanando el camino hacia el cero emisiones netas.
Sudáfrica
Dada su tradicional gran dependencia del carbón para satisfacer las necesidades energéticas, alcanzar las emisiones netas cero en Sudáfrica tendrá importantes repercusiones sobre los trabajadores y las comunidades, a medida que el país transite hacia un nuevo sistema energético.
En 2020, Sudáfrica dio un paso importante para garantizar una transición justa y equitativa hacia una economía baja en emisiones y resistente al cambio climático mediante la creación de la Comisión Presidencial del Clima (PCC), compuesta por representantes del gobierno, empresas, trabajadores, sociedad civil y líderes. Funciona con transparencia, difunde las reuniones y talleres al público, y hace hincapié en la participación profunda y continua de la comunidad.
El enfoque integrador del PCC se ejemplificó en el desarrollo del Marco de Transición Justa, adoptado por el Gabinete de Sudáfrica en agosto de 2022, que establece una visión, principios, políticas y acuerdos de gobernanza compartidos que ayudarán al país a alcanzar el objetivo de cero emisiones netas, sin perjudicar a las comunidades existentes en el proceso.
La rápida aceptación del marco se vio facilitada por informes políticos, talleres públicos, consultas comunitarias, ensayos de expertos y amplias consultas con trabajadores, comunidades e interlocutores sociales, ampliando el compromiso, aumentando la confianza pública y lograr la aceptación de las difíciles decisiones que se avecinan.
Dinamarca
El sector eléctrico de Dinamarca ha experimentado una importante transformación en las últimas tres décadas, pasando de una generación dominada por el carbón a una energía con cero emisiones de carbono. La cuota de generación de energía renovable ha aumentado del 3% en 1990 a más del 80% en 2020, impulsada principalmente por un despliegue sustancial de la energía eólica.
La capacidad eólica se ha multiplicado por 24 durante este periodo, alcanzando los 7 gigavatios de capacidad instalada en enero de 2022. La generación solar también ha desempeñado un papel importante, contribuyendo con 4% al mix energético tras duplicarse entre 2015 y 2020. Estos cambios han dado lugar a un notable descenso del 76% de las emisiones de dióxido de carbono en el sector eléctrico desde 1990.
La transformación del sector eléctrico danés puede atribuirse a una combinación de políticas e inversiones sostenidas y bien diseñadas. Entre ellas cabe citar:
- Importantes inversiones en investigación y desarrollo de la energía eólica, el establecimiento y ajuste de una tarifa regulada para la energía eólica;
- El apoyo institucional a la planificación e instalación de proyectos de energías renovables;
- Una sólida interconexión de la red;
- La propiedad comunitaria de proyectos de energías renovables;
- La modernización de turbinas anticuadas;
- Objetivos cada vez más ambiciosos en materia de energías renovables.
A lo largo de esta transición, Dinamarca ha dado prioridad al diálogo con sindicatos y empresarios para garantizar un reparto justo de costos y beneficios, y el apoyo a los trabajadores de las industrias de combustibles fósiles. El planteamiento del país se ha centrado en construir una industria de energías renovables fuerte junto con una sólida red de seguridad social.
El éxito de Dinamarca en la transición de su sector energético a las energías renovables le ha situado como líder mundial en energía eólica, con un alto nivel de inversión en investigación y desarrollo y de conocimientos tecnológicos.
Francia
Desde 2017, el país se ha comprometido a incorporar consideraciones climáticas en su proceso presupuestario anual, lo que ha dado lugar a la publicación del primer «Presupuesto Verde» del mundo en 2021, que evalúa el impacto medioambiental de todos los gastos del Estado en función de criterios como el clima, la biodiversidad y la contaminación atmosférica local.
La metodología califica los gastos en una escala de desfavorable a muy favorable, cubriendo objetivos medioambientales clave, y garantiza que todos los departamentos gubernamentales consideren detenidamente las repercusiones climáticas y medioambientales de sus intervenciones, en consonancia con el compromiso del país de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas.
Francia también ha implantado umbrales medioambientales mínimos para determinadas inversiones. Por ejemplo, una parte del paquete de recuperación COVID-19 del país exigía que el 30% de los fondos se dedicaran a inversiones etiquetadas favorablemente según la metodología del Presupuesto Verde, como la eficiencia energética, el desarrollo de hidrógeno verde y otros.
Al emplear la metodología del Presupuesto Verde y establecer unos requisitos mínimos para el gasto nacional, Francia está aumentando la financiación nacional para el clima con el fin de alcanzar su objetivo de cero emisiones netas a mediados de siglo.
El WRI concluye el informe de la siguiente forma:
«Aunque ningún país ha descarbonizado por completo su economía para alcanzar un objetivo de cero emisiones netas, existe una gran cantidad de experiencia práctica y ejemplos de medidas concretas que se están adoptando en la actualidad y de las que otros pueden aprender.
Aún es demasiado pronto para evaluar si estas acciones son puntos de inflexión que desencadenen la transformación necesaria, y es poco probable que los esfuerzos actuales sean suficientes por sí solos.
Sin embargo, los esfuerzos que se están llevando a cabo en la actualidad ilustran un grado creciente de compromiso y aportan ideas a otros países a la hora de desarrollar sus propias políticas de aplicación de cero emisiones netas».
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